jueves, 2 de enero de 2014

The Union~Capítulo 23

(Nathan)
Suspiro. Llevo unos días... Debería tranquilizarme pero soy incapaz. Aunque The drunken skull me ha echo olvidar. A lo lejos veo una figura feminina con el pelo rojo. Inmediatamente se quién es. Christine está abrazando a otro hombre. ¿Quién será? Sin querer, me quedo mirandoles un rato y él hombre se da cuenta de que los estoy mirando y sonríe. Maldito. Cuando se aleja, veo a Chris que sigue despidiendole, seguro que le tiene cariño.
Volveré al bar. Voy corriendo y Betty intenta animarme y lo consigue. Betty es muy buena con esas cosas. Está a punto de cerrar a si que me despido de ella y a paso lento, voy a casa.
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Hay mucho barullo por los pasillos. ¿Por qué hay tanto jaleo desde tan temprano? Bueno, tampoco es que me importe. Paso por delante de la clase de Christine y oigo una pregunta, las chicas son muy cotillas.
-¿Y le quieres?-Después oigo la voz de Christine que sin dudarlo ni un momento contesta.
-Claro que le quiero. ¿Quereís hacerme el favor de dejarme en paz?
Me quito de la pared y sigo avanzando hasta clase.

Toca gimnasia compartida, según el profesor. Llegan los chicos y chicas de primero. Ella está esta entre todos ellos. El profesor dice de hacer clase con ellos. Menuda estupidez. Cuando oyen eso, muchas chicas de primero van hacia Luke. Los demás se iban y ya tenían compañero. Muchos se querían poner con Christine pero acaba poniendose conmigo por la ayuda de Nick.
-Bien chicos, va ha haber distintos ejercicios. Primero, fútbol. Segundo, volleyball. Y tercero, cualquier tipo de arte marcial eso sí, sin haceros daño.
Casi todos los chicos se cojieron futbol, la gran mayoría de chicas se eligieron volleyball y los demás pegarnos, que es muy divertido.
Nos ponemos uno delante del otro. El profesor da un pitido y todas las actividades comienzan. Christine saluda haciendo inclinándose y empiezo atacando yo. No tenemos que hacernos daño, los demás se lo toman a broma y se asombran mucho al vernos a nosotros.
Bloqueo, bloquea. Lanzo puñetazo, se agacha, lanza puñetazo, me da en la barbilla. Decido hacerla una llave de judo para inmovilizarla, cuesta pero lo consigo. El profesor nos hace parar ya que ambos habiamos empezado a sangrar. Nos manda a la enfermería.
En el camino el silencio incómodo es el protagonista.

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