-Oh, no me digas que estás celoso. -Le digo para chincharle y me devuelva el móvil.
-Sí, lo estoy. ¿Algún problema?-No puedo evitar sorprenderme y sonrojarme ante su respuesta, no esperaba que dijera que si. Apartó la mirada automáticamente. -No apartes la mirada,-me coge de la barbilla y hace que le mire.-mírame a mi y háblame a mi. Sólo a mi. Por favor.
Me ruborizo más cuando me dice eso y su cabeza se acerca cada vez más a la mía y sus labios a los míos. Está tan cerca que puedo notar su respiración. Cuando nuestros labios están a tan sólo unos centímetros, oigo que abren la puerta.
-Vaya, vaya, que atrevidos e impacientes son los jóvenes de hoy en día.-Nathan se aleja de mi despacio bajo la atenta mirada de la enfermera que esconde la mitad de su cara detrás de la carpeta.-Por mucho que os deseéis, ¿no puedes esperar hasta que por lo menos no lleves tubos?-Deja la carpeta en la mesita que hay entre las dos camas y vuelve a colocarle los tubos intravenosos correctamente mientras yo me río.
-Lo siento, no lo volveré ha hacer...
-Además si no recuerdo mal, la herida se abrió hace poco, ¿verdad? No se cómo puedes levantarte y hacer eso con un dolor tan horrible. Supongo que el deseo por tu compañera es más fuerte.-Me río por lo bajo y él, sonrojado, aparta la mirada de la enfermera.
Era una enfermera bajita, regordeta y al parecer, con sentido del humor, me gusta.
Cuando termina de colocarle los tubos, viene a mi para examinarme. Cómo ve que no hay ningún desperfecto, coge la carpeta y la abre.
-Nathan Kenway y Christine Yovanoff, ¿cierto?-Ambos asentimos.
-Vale, gracias.-Sonrio.
-Ahora vendrán a cambiaros los vendajes. Yo me voy, adiós.
-Adiós.-Decimos al unísono y cuando la puerta se cierra, me mira.
-¿Q-qué?
-Me he quedado con la ganas.-Noto calor en mis mejillas y giro la cabeza, el se ríe.
-I-idiota, n-no te rías.-Me tranquilizo y vuelvo a mirarle.-Me alegro de que te haya interrumpido.
-Lo he notado y también la gracia que te ha echo sus comentarios sobre el deseo y esas cosas.
Nos miramos mutuamente a los ojos y terminamos riéndonos a carcajadas de lo ocurrido.
La verdad, es que en ese momento, me hubiera gustado que me besará.