viernes, 10 de enero de 2014

Dragon IV

Siguen por el sendero descubierto anteriormente. Un rato después, llegan a un portón que protegia el pueblo. Ya que las puertas están abiertas, entran.
Había mucha gente en la calle pero el ambiente era muy tenso, todos estaban serios y los niños jugaban sin ganas. Eso a la chica le entristecio y tuvo una idea para animar a los campesinos: dar un pequeño espetáculo. Bajo la atenta mirada de un Oliver perdido completamente, murmura unas palabra y alrededor de su mano izquierda aparece una luz similar a la que la rodeaba cuando se transformo en hombre, cuando la luz se desvanece, aparece una flauta. Comienza tocando unas simples notas y enseguida atrajo la atención de los niños que, lentamente, comenzaron a seguirla. Oliver desconcertado, también la sigue. Llega a un fuente y se sube al bordillo, ahí comenzo a saltar y moverse alegremente mientras tocaba la flauta. Algunos adultos curiosos se acercaron a verla. Ahora todos estaban alegres, necesitaban entretenimiento, algo así como un juglar.
Ella a veces se hacía pasar por juglar para no levantar sospechas. Animar a la gente le gustaba y ver a los niños sonriendo le gustaba aún más.
Cuando termina de tocar, mira a toda esa masa de gente que se habia concentrado para verla, hizo un saludo y todos los aldeanos, comenzaron a aplaudir. Ahora la gente sonreía y los niños jugaban animados.
-¿Por qué has echo eso? Podrían haberte descubierto.
-Tranquilizate Oliver. Lo hecho porque no me gustaba la atmósfera que se respiraba.-Una muchacha, parecía tener la misma edad que la jefa de Oliver, se acerca a ellos.
-Hola. Bonita melodía.-Dice sonriente.
-Buenos días, muchas gracias.
-¿Son juglares?
-Eeem... Algo parecido. Él no lleva tanto tiempo como yo a si que yo soy su maestra.
-Los juglares sois geniales.
-Muchas gracias.
-Estareís hambrientos, venid conmigo, alomejor tengo algo que podaís desayunar.
-Muchas gracias señorita, es usted muy amable.- Dice Oliver sonriente.
-No hay que darlas.- Ella pudo notar cierto rubor en su mejillas pero mantuvo la boca cerrada.
Llegan a una modesta cabaña. Era muy acojedora con su fuego, sus camas... La muchacha hace una seña para que se sienten mientras les sirve comida del caldero que hay todavía en el fuego.
-Tomad chicos, esto es todo lo que tengo.
-Es más que suficiente, muchas gracias.-Vuelve a sonreír Oliver y la aldeana vuelve a ruborizarse. Podría haber contestado ella pero se le caían las babas.
-Muchas gracias por la comida.-Empiezan a comer.
-Me gustaría saber vuestros nombres.
-Yo soy Oliver y ella es...-Para y la mira, llevaba dos días con ella y no sabía como se llamaba.
-Llamame Brown.
-Yo soy Susan, encantada.-Brown termina de comer.
-Estaba deliciosa.
-¡Cuánto me alegro!
-Estaba delicioso, muchas gracias Susan.-Dice Oliver.
-No es nada. Gracias a vosotros por animar a los demás, siempre es bonito verles sonreír.
-Desde luego por eso nos decicamos a esto.- Oliver quería interrumpir a Brown pero está le dio un codazo y quedo callado.
-Si quereís, podeís pasar aquí la noche aunque falte mucho.
-Es muy amable por tu parte Susan, pero debemos irnos.-La mirada de Susan cambio, ahora no reflejaba alegría sino tristeza.
-Es una auténtica pena pero por suerte, el siguiente pueblo está bastante cerca.
-Gracias por la información Susan.
-De nada Oliver, Brown.-Quería decir otra cosa pero se la calló.
- Y sí, volveremos.-Brown sonríe y Susan se queda desconcertada y seguramente se estaba  preguntando como había averiguado lo que estaba pensando.
-¿Por qué no podemos quedarnos aquí hasta mañana?
-Porque no.
-¿Y por qué no?
-Porque no tenemos mucho tiempo.
-¿Eh?
Ella no dice una palabra más y salen de la aldea mientras que unos aldeanos les dan las gracias y les despiden con la mano.

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